viernes, noviembre 07, 2003

...GATO.
Estábamos en la calle de Gante. Admirábamos (es sarcasmo) la capa de pintura rosa que le echaron a la iglesia metodista que está ahí, cuando algo llamó nuestra atención: en la acera de enfrente, en la cornisa de un edificio, estaba un gato.
íbamos tres fans de los maullidos (Alberto, Libia y yo) por lo que fue lógico que corriéramos a hacerle mimos y carantoñas al bicho.
--Miau-- le dijo Libia, que al parecer es experta en hablar el idioma de los félidos.
--Miau-- respondió el gato. Es un gato educado.
Lo miramos un poco más de cerca. No me van a creer, pero si no hubiera sabido que Primo se quedó en casa y que es incapaz de tomar el metro para ir al centro, diría que era él. (Bueno, eso y el hecho de que este otro tenía como tres veces el tamaño de mini-Primo).
--Miau-- volvió a decir Libia. Creo que su vocabulario gatuno es limitado, o que no tenía mucho de qué hablar con el gato. No la critico, es normal. ¿De qué se puede hablar con un gato?
--Miau-- dijo de nuevo el gato, pero en un tono reflexivo, casi nostálgico.
Me dio la impresión de que quería hablar con Alberto para mandarle saludos a Primo. Así se los dije (a Libia y a Alberto: al gato no tiene caso decirle cosas que ya sabe). Así que Alberto tomó el lugar de Libia.
--Miauuu-- dijo el gato, nomás verlo.
--Hola, Gato. ¿Eres pariente de Primo? Él está muy bien, come croquetas y toma leche, es muy latoso y lo queremos mucho.-dijo Alberto en español.
--¿Miau?--dijo el gato. Y nada era de él. (No pude evitarlo. Lo siento.)
Yo entendí que el Gato preguntaba si Primo estaba comportándose como corresponde a un gato decente (ya sabem: afilarse las uñas en los sillones, descuartizar ratones y dejarlos a los pies de la cama, hacer fiestas multitudinarias con gente que nunca habíamos visto, etc).
--Se porta muy bien. Ya hasta lo vamos a mandar a la escuela para que aprenda a leer y escribir. Y luego, a la Sogem. Porque a mi taller de cuento, ya asiste, y le veo un futuro premisorio.
Ya saben como es Alberto. Empieza a hablar, y no para. Creo que exageró un poco con eso de la escuela y la Sogem, pero si él lo dice...
El gato tardó un poco en contestar: yo imagino que le costó trabajo desentrañar todo lo dicho por Alberto. Su respuesta, críptica y misteriosa, fue: --Miau.
Así, con punto final. Nos depedimos y se fue, muy educado.
Ahora habrá que darle el recado a Primo Terryóns Pegasombra.

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