martes, septiembre 28, 2004

Uno, dos, tres: ¡estás muerto!

Una vez se me atravesó un libro sobre una Barbi de la edad de piedra (muy guapa, muy mona, muy cromagnon de ojo claro). De las cosas que me gustaron, ubo una en especial...
Se trata de un ritual de 'excomunión' o alg así: cuando un miembro de la comunidad se vuelve non-grato, el jefe de la tribu la señala y dice 'Estás muerta' (tal vez no pasa exactamente así en el libro, ahora que lo pienso).
El caso es que a partir de ese momento, los demás CREEN que la persona está muerta, y cuando la ven, piensan que es un fantasma (al que hay que ignorar para que se desprenda de la Tierra y vaya al Valle de los Grandes Bisontes Celestiales, o algún sitio por el estilo).
Es como una ley del hielo extrema, donde se asume con naturalidad que el muerto puede seguir hablando/llorando/contaminando, y que basta con no pelarlo y limpiar los destrozos que ocasione (un poco raro, pelar y no pelar a la vez).

En el vudú y algunas religiones africanas hay costumbres similares, pero en más intenso: el sacerdote señala con un hueso a la víctima y asevera: ¡ESTÁS MUERTO! (o le lanza algún hechizo). La impresión y la fe son tan grandes que la víctima cae muerta en el mismo instante.

Hablando de vudú, me acordé de los zombis que venían en el Inverosímil, libro que sembró de miedos mi lejana infancia.
Pero no sé por qué vengo a hablar de todo esto. (O quizá sí).

Uno.... dos.... tres....

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