viernes, junio 22, 2007

Hombres y mentiras, II

1982, primero de primaria. En prescolar él había sido mi amigo. Me divertía que sabía imitar perfecto el canto del gallo. Pero en primaria quedamos en distintos grupos. Yo era de las aplicadas del A y él estaba en el B -de burros. Y era el más burro en su salón a la hora de aprender a escribir cursiva, sumar y esas cosas.
A mí, por aplicadilla, me mandaban a dejar recados al otro grupo. Él se paraba sobre su silla e imitaba el canto del gallo, con aleteo y toda la cosa. Yo lo ignoraba: ya me habían dicho que era burro, que era mejor no hablarle. Yo, tonta, hice caso del consejo (me lo dio Martha, más tarde apodada la Chocorrol).
Y luego él dejó de pararse en la silla y dejar que lo regañaran por llamar mi atención. Y más tarde se fue a España. Volvió para 5o de primaria, me parecía guapísimo, inteligentísimo, monísimo. ¡Llegó a estar en el cuadro de honor y en la escolta! Pero era tarde: peleábamos todo el tiempo. Yo nunca admití que me encantaba, aunque era de lo más evidente. Chale. Creo que esa si fue mi primera mentira con respecto a un chico que me gustaba... y que fue una mentira de larga duración.
(Me gustaría verlo y pedirle disculpas por un montón de estupideces. Infantiles, pero igual, estupideces). Pero como dicen: lo que pasó, pasó.

2 comentarios:

Marcela Fumale dijo...

Jajajaja! Eso le pasa por ser una niña difícil :p

Aunque viéndolo bien, dudo que a alguien le halagara eso de montarse a la silla y hacerse el gallo con aleteo y todo.

Besos!

costa sin mar dijo...

Buenísima entrada. Me ha dado algo. Gracias.