miércoles, noviembre 15, 2006

Sustos, 2

Contaba mi abuela que, de niña, cuando vivía en Real del Monte y afuera de su casa (en todo el país) había batallas y fusilamientos y todo eso, apenas oscurecía y su mamá cerraba con candado y toda la cosa. Era una mujer sola, su marido andaba peleando a saber dónde, y de las tres hijas le quedaban nomás dos: la chiquita se la habían perdido las monjas el día que tuvieron que cerrar la escuela por la entrada de la bola. Para colmo, aunque era pobre como la chingada (aún antes de que el marido se fuera a pelear), no podía esconder el acento gachupa ni los ojos verdes, suyos y de las hijas: crímenes suficientes para que un general resentido o un soldado borracho les hiciera juicio sumario y combo pack: violación y fusilamiento al mismo precio.
Así que mi bisabuela cerraba bien cerrado en cuanto se hacía de noche.
Y una de esas veces, cuando las tres ya estaban dormidas, alguien se puso a aporrear el portón, fuerte, con prisa. Mi bisabuela escondió a las niñas (no sé dónde) y fue a la puerta.
--Abra, señito, vengo de parte de don Luis.
(Luis era el nombre de mi bisabuelo).
Ella dudó: la última noticia era que don Luis andaba por Torreón, pero el hombre insistió.
--Soy Everardo, seño. ¿Sí se acuerda de mí?
Mi bisabuela se acordaba de Everardo, claro que sí. Era muy amigo de su marido, se habían ido juntos (eran federales, oh tristeza).
Mi bisabuela abrió una rendija y vio que de veras se trataba de Everardo, nomás que se veía viejo, acabado, muy cansado y sucio.
--Le traigo mensaje de Luisito, niña--dijo Everardo. Mi bisabuela luego luego se olió malas noticias y llamó a las hijas.
--No me diga nada con la panza vacía--le contestó mi bisabuela, altiva y brusca como era--. Deje le hago un taco.
Everardo negó con la cabeza. Que no tenía hambre y sí prisa. Eso le preció muy raro a mi bisabuela porque Everardo era, según recordaba, de muy buen comer y bastante gorrón. Así que las noticias no podían ser malas, sino peores.
El hombre ni siquiera se quiso sentar. Sacó de dentro de su camisa un paquetito envuelto en tela sucia y manchas como de sangre, y se lo dio a mi bisabuela.
--Luisito dice que las quiere mucho, que no hay día que no piense en ustedes--le dijo a las niñas y luego miró a mi bisabuela-- y que usté, niña, vea lo de poner su restorán.
Luego se disculpó y se fue.
Mi bisabuela abrió el paquetito y se encontró en él las condecoraciones de su marido, su reloj y una llave, que luego resultó ser de un veliz viejo por el que no habría dado un cinco, embutido como estaba en un ropero, pero en el que, al abrirlo, encontró oro suficiente para poner el dichoso restaurante.
Lo importante es que mi bisabuela no entendía nada y siguió sin entender hasta que llegó la carta avisándole de la muerte de su marido junto con una disculpa por no mandarle sus efectos personales 'penosamente robados en medio del caos reinante la noche aquella de la batalla en Torreón', o algo así.
Y menos entendió mi bisabuela cuando supo que Everardo no estaba escondido por desertor, como imaginaba, sino que su señora también había recibido la cartita y todo eso.
Dice mi abuela que lo último que dijo su mamá sobre el asunto fue: "Ah, qué Luis; ni en la muerte se corrige: mandó a Everardo a que me dijera que quería casarse conmigo, y lo mandó a despedirse. ¿Qué no podía por una vez amarrarse los pantalones y hacer las cosas en vez de mandar a su pilmama?", y que nunca volvió a hablar de su primer marido (sí, se volvió a casar, y puso el restorán, y le fue más o menos bien).
Por su parte, luego mi abuela se casó con uno que estuvo también en Torreón con el bando contrario al de mi bisabuelo, que le contó que vio cómo un moribundo se quitaba su reloj y se lo daba a otro moribundo; y que él nomás pensó "ah, qué tonto este pelón, buscó guía y le salió calabaza".
Pero luego meneaba la cabeza -mi abuela- y nos decía que ella no creía ni en aparecidos ni en coincidencias, y que seguro todo había sido un mal sueño.

9 comentarios:

José Antonio dijo...

Hey! vaya manera de resucitar un blog. Yo también reviví el mío con un template nuevo, pero un post diario, ESO SÍ ES REVIVIR UN BLOG. es pesado, bueno, si te diviertes como lo haces escribiendo no es tarea tan agotadora. Un abrazo, gracias por la felicitación, dedicada a ti y a Alberto, por la influencia. VIbra positiva. José

Hamletmaschine dijo...

Milagraso, siii... hay que ponernos de acuerdo para platicar, que ya tiene un buen que no nos vemos, echame un grito porque no se si sigas con el mismo número de celular, y te platico de los proyectos... ¡Saludos!

Mary Carmen San Vicente dijo...

¡Qué bárbaraaaa, qué historia! Rax, es un placer volver a tu espacio, ahora muy renovado. Aquí te caeré cafecito en mano lista para leerte =) Prometo traer galletas (aunque sean light!)

Rax dijo...

José Antonio:
La falta de disciplina es mi talón de aquiles (o bueno, de rax). Así que lo tomo incluso como terapia. A ver qué tal resulta. :)
Abrazos

Rax dijo...

Mr Máquina Hamlet:
T mando al ratoide un mail con datos actuales pa que longanicemos.
Abrazos mientras

Rax dijo...

Mary Carmen:
Me encantan las galletas light! Pero más me gusta que hayas venido. Ya barrí y puse un sillón cómodo junto a la mesita para el café y las galletas :)
Nos seguimos leyendo.

Ministry of Silly Walks dijo...

Qué bueno volver a tu espacio y no encontrar el post postelecciones.(Todavía duele).

Irma dijo...

Hola Rax, tanto tiempo...asi es yo tambien me resisto a morir...un abrazo, que bien se ve por aqui!

nacho dijo...

Rax: Gracias por visitarme...

En lo dices de Fuentes, pues no sé si sea plagio, pero lo mismo me pasó cuando leí su multiafamado cuento Chac Mol que no era sino la versión de metate de "Los dioses en el exilio" del alemán Heinrich Heine.

¿A quién se le ocurre poner "Los de abajo" en la secundaria? Mejor Jack London y algo de cuento fantástico o Sci Fi ¿no?

"Los de abajo" es una gran novela contada "desde adentro" del maremagnum de la Revolución, con enorme oficio narrativo y una austeridad de palabras impresionante. Yo decía que había que leer "La luciérnaga", una novela de la época digamos madura de Azuela como novelista (El tema es el conflicto social de la migración de la provincia a la ciudad en el México posrevolucionario, pero no es para nada una novela de formación ni nada parecido). Ahí se pone en juego una serie de recursos narrativos novedosos que permiten observar una evolución en el novelista. Hay que conocerla. Y ya entrados en copas, pues echar una ojeada a los ensayos sobre literatura de Azuela, que son bastantes e incisivos para un hombre que siendo médico jamás pisó una escuela de literatura.

Y si acpetamos que novelista es aquel que hace de hacer novelas un oficio, entonces es ahí donde digo yo que Rulfo con todo lo admirable que tiene su "Pedro Páramo", o su veintiúnico libro de cuentos, no es un novelista en ese sentido, no hizo de hacer novela una profesión.

El estudioso encontrará mucho más en Rulfo que el lector de la calle, y resulta que Rulfo tampoco es para secundaria; su trabajo requiere cierta competencia lectora, eso sí. Y podremos decir que Rulfo tenía más una vocación artística que escritural, lo que podría explicar en parte su inclinación por el cine y la fotografía y su "abandono" de la narrativa. Por ahí iba la cosa en el blog de Fernando...

Saludos y un abrazo a Alberto, a quien desafortunadamente no pude ver por acá en la Feria del Libro.
Gracias por visitar.

nacho mondaca

p.d. tenía mucho de no venir por acá y encuentro ahora la casa con nueva decoración... je. Nice blog.